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H+D
NÚM.9

Revista de divulgación científica

de la Facultad del Hábitat

U.A.S.L.P. 

San Luis Potosí - México

Enero - Junio 2013

1 Lozoya (2009) p. 102

2 Alva Martinez (2004) p. 43

3 Así los denomino José Villagrán por apegarse a la cultura del lugar pero falsear su momento histórico al reconstruir un edificio de un pasado distante. (Villagrán 2007, 246, 247)

4 Carlos Carlos Obregón ataca el “colonialoide” del Cine Alameda (Ciudad de México) como copia en yeso y amontonamiento... (50 años de arquitectura en México, p. 103).

5 García (2002) p. 101

6 (1941)

7 Op. Cit.

8 Blanco (2007)
9 Jacobo Granat fue uno de los empresarios más importantes en los incios del siglo XX. Propietario del circuito Olimpia llegando a contar con más de 25 salas. Bañuelos (2010)

10 Para advertir la verdadera naturaleza del espíritu de los Alameda, basta hacer hincapié en la geografía de su proliferación. Por ejemplo en Málaga España se construyo uno en una fecha tan tardía como 1961. En San Antonio, Meca de espectáculo latino de la época, también se construyo un Cine Alameda, solo que se eligió el estilo art-decó. “En 1949, Tano Lucchese, el legendario empresario de San Antonio, construyo el palacio cinematográfico dedicado al entretenimiento en español más grande de los Estados Unidos”. En la apertura del 9 de marzo de 1949 Lucchese dijo: El Alameda será un símbolo permanente de buena voluntad y entendimiento entre los latinoamericanos y los angloamericanos, un lugar donde puedan compartir y reconocerse dos culturas diferentes. http://www.thealameda.org/aboutus/history/ default.asp

11 Mendiola (1974)

​12 Op. Cit.
13 Bailey (2006)

14 Gutiérrez Viñuales (2009) p. 89

15 Cruz Quintana (2011)
16 Monsivais, Carlos (1981) p. 47

17 (1941)

Artículo - H+D HÁBITAT MAS DISEÑO Núm. 9

Fantasía e identidad.

El teatro Alameda recontextualizado.

Por: Juan Manuel Tejada

Resumen

El texto revisa el significado historiográfico del Teatro Alameda de San Luis Potosí desde la crítica a los discursos nacionalistas oficiales y desde su recontextualización desde dos ejes: el significado del estilo en el palacio cinematográfico y las visiones del pasado hispánico de la industria fílmica hollywoodense durante la década de los 20. Así mismo, se releva el espacio de la sala de cine como experiencia y su papel en la conformación identitaria de la población local.

Palabras clave: Historia de la sala cinematográfica, siglo XX, nacionalismo, identidad, cine, California Style.

Abstract

This text researches about The Teatro Alameda in San Luis Potosi historiographic meaning, through a critical review of the nationalistic oficial discourses. It proposes its recontextualization from two axis: the style meaning in the cinema palace and the 1920’s Hollywood film industry visions of the hispanic past. Also, it relevates the movie theater space as experience, and its role in the local identity construction.

Key words: Movie theater history, 20th century, nationalism, identity, film, California Style.

Introducción

En los últimos años las transformaciones urbanas y comerciales de San Luis Potosí han puesto a debate el valor patrimonial y arquitectónico de los inmuebles destinados a los espectáculos cinematográficos de la primera mitad del siglo XX. El Teatro Alameda, hoy Cineteca Alameda, ha sido parte de los proyectos culturales del estado, lo cual le ha valido ser reutilizado para un fin similar al original y con esto ha evitado la demolición o el abandono que han sufrido otros inmuebles análogos. No obstante, las reformas a la Alameda Juan Sarabia, su contexto inmediato, nos alertan sobre la necesidad de reformular su sentido historiográfico y así aquilatar su importancia para la ciudad y sus nuevas generaciones de habitantes.

Engastar el Teatro Alameda en la historiografía oficial conduce no sólo a anomalías explicativas sino que encasilla el inmueble en los prejuicios de dicho discurso. Tratar de encontrar nuevos significados históricos, mnemotécnicos, urbanos e identitarios, pasa entonces por el cuestionamiento de nuestros marcos y por la atención a otros ejes explicativos más cercanos al fenómeno puntual como dispositivo cultural y experiencial.

El Teatro Alameda y la historiografía oficial

La historiografía oficial de la arquitectura mexicana esta escrita desde dos ejes fundamentales: primero, desde los presupuestos del poder estatal y su centralidad en la Ciudad de México; y segundo, desde un desarrollo estilístico donde la implantación del movimiento moderno sería el feliz desenlace y la baza desde la cual se puede entender el desarrollo arquitectónico1.

 

Así, la arquitectura moderna mexicana habría sido aquella que, asumiendo los postulados racionalistas centroeuropeos, expresaba –probablemente a partir de integraciones plásticas indigenistas– el cumplimiento de las reivindicaciones revolucionarias de las masas, mismas con las que el estado posrevolucionario buscaba identificarse.

 

Bajo ese premisa, la arquitectura nacionalista de referencias históricas no sería más que un antecedente, un titubeo de dudosa calidad en dirección a la modernidad arquitectónica. Alva Martinez2 ha clasificado dichos nacionalismos en dos grandes corrientes: la “colonial” y la “prehispánica”. En particular, la corriente “colonial” se caracterizó por buscar sus modelos formales en los edificios del virreinato, supuesto origen nacional, y por tanto reivindicación de lo hispánico. Alva Martinez explica que desde 1920 hasta 1934 la corriente se integra a los discursos oficiales del Estado y de la burguesía, para después languidecer ante el racionalismo y sólo permanecer en la vivienda de las clases altas y en alguno que otro edificio oficial ligado al capricho de algún funcionario.

A la luz de este marco conceptual se comprende la sorpresa que significa la fecha de inauguración del Cine Alameda en San Luis Potosí: 1941.

El Cine Alameda es un edificio que se desarrolla en uno de los estilos más vituperados por la historiografía oficial, el California Style, caso extraño de importación norteamericana que por sus ligas con los hispanismos neocoloniales fue puesto en el cajón de los nacionalismos anacrónicos3.

El Cine Alameda reproduce con actitud escenográfica un ambiguo entorno colonial que a partir de retazos y referencias libres, induce en el visitante la extraña experiencia de estar en un genérico pueblo mexicano que podría encontrarse en cualquier lugar y al mismo tiempo en ninguno4. El edificio se organiza como un cuerpo principal envuelto por sus servicios. En general, el espacio se presenta al visitante como si repentinamente las naves de una hipotética hacienda de beneficio se hubiesen catapultado hacia el cielo para dejar lugar en su patio central a otro pueblo reproducción a escala del pueblo que contiene al edificio en primer lugar, pueblo a escala que a su vez será escenario de la representación de otros lugares, otros tiempos, quizá otro pueblo colonial mexicano, juego de muñecas rusas, universos contenidos unos dentro de otros ad nausea [Fig. 1]. Hay algo incomodo en este falseamiento de la memoria sobre todo para aquellos que han sido educados bajo las consignas del discurso de la “verdad” villagraniana donde la calidad del edificio está en función de su honestidad para con su tiempo y lugar.

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Fig. 1. Interior de la Cineteca Alameda en la actualidad

1941, es decir casi 10 años más tarde que la fecha de defunción expresada por los especialistas de la Ciudad de México; 1941, fecha que se presenta como arranque de la vida urbana y moderna. Entonces, ¿por qué un nacionalismo anacrónico en una fecha tan tardía?, ¿cómo entender su modernidad?, ¿es que acaso el edificio representa el resabio de la cultura provinciana de una ciudad conservadora y desconectada?, ¿o una resistencia cultural a la hegemonía de las élites centralistas?, ¿fue tan solo la expresión del capricho y gusto personal del cliente? Y la pregunta más importante: ¿Cómo entender el Cine Alameda en el contexto de la cultura de la ciudad en su momento histórico?

Consideraciones tipológicas

Una breve revisión de los cines teatro de la época en San Luis Potosí nos muestra una diversidad de estilos sorprendente. El Othón de 1914 mostraba una combinación decó, el Cine Azteca del 28, brillaba en su estilo de reminisencias prehispánicas, más tarde en 1947 el Cine Avenida luce art-decó, y el Cine Potosí del 47 ostenta en el proyecto original una fachada de formas abstractas. A pesar de la novedad del medio, las estéticas abstractas centroeuropeas que se habían identificado con la vida moderna en la capital a partir de los años 30, no predominan ni remotamente en la tipología de la época.

En la Ciudad de México la proliferación de estilos fue mucho mayor: fastos neoclásicos, delirios orientales, tinglados tropicales, etc. Y aunque también hubo limpiezas formales, los materiales y las proporciones espaciales tendían hacía lo glamuroso. Es decir que la experiencia exótica y palaciega condicionan la selección del estilo como García lo confirma:

Para los años sesenta, el país tenía como norma el palacio cinematográfico, orgullo de la ciudad capital...El palacio cinematográfico era una condición dada de la experiencia cinematográfica.5

Pero, ¿cuáles serán las razones para identificar el palacio exótico con la experiencia cinematográfica? Si buscamos esta diversidad estilística en otras tipologías nos damos cuenta que salvo en la vivienda, y ni siquiera en muchos casos, ningún otro género de edificio se aventuro a emplear estos estilos exóticos. Sin embargo, si el cine obedeciera al mismo principio de expresión de la vivienda en el que el gusto del habitante puede salir de las tendencias culturales imperantes, cabría pensar que el dueño del Teatro Alameda, el Sr. Alfredo Lasso de la Vega, tendría un gusto similar para sus cines y casas personales, cosa que no sucede. En suma, las consideraciones ornamentales del edificio no obedecen llanamente al gusto personal.

 

Al leer los textos publicados para la inauguración del Teatro Alameda6, nos damos cuenta que se otorga la misma importancia al estilo del inmueble que al número de butacas, a la calidad de la pantalla, o la potencia del aire acondicionado. Así pues, el criterio comercial pesa en la selección de la naturaleza estética del edificio

...reúne todos los adelantos de la técnica moderna en belleza, arquitectura colonial evocadora, confort, acústica, proyección, clima artificial, comodidad, amplitud y seguridades para el público...(estas y otras facilidades), coronarán el éxito de este modernísimo centro de espectáculos, montado a la altura de los mejores del mundo...7

Un edificio podía aparentar estar en el pasado, en un lugar distante, y no obstante ser modernísimo, siempre y cuando las instalaciones y sistemas constructivos estuviesen a la vanguardia tecnológica. Hay en esta relación entre tecnología y estilo algo más profundo de lo que parece a simple vista. Es claro que el cine esta buscando sus referencias estéticas en otras latitudes diferentes al realismo exacerbado de las vanguardias históricas. Hay algo en la sinceridad constructiva y en el purismo conceptual europeo que no cuadra con las nociones comerciales y experienciales del espectáculo cinematográfico.

Decir entonces que el Teatro Alameda es un nacionalismo historicista es mirar con un solo ojo, es perder de vista lo que tienen en común estos espacios exóticos. Todos los estilos empleados en los cines son en buena medida fantasías. El modelo cultural que buscamos no desprecia la industria, la tecnología o la imaginación desbocada. Si los criterios estéticos del cine obedecen a lo comercial, a la fantasía suntuosa y al artificio tecnológico, la fuente de nuestros modelos tiene que manar de lejos, del lugar donde se fabrican los sueños.

Hollywood

El Teatro Alameda de San Luis Potosí es un reflejo especular del Teatro Alameda de la Ciudad de México inaugurado en 1936. Diseñado también por Carlos Crombé, replica las intenciones pintorescas del pueblo típico. También se inauguran en el 41 Alamedas en Puebla y Querétaro, y un año más tarde otro, esta vez en Guadalajara 8. Crombé hizo muchos cines, después de todo era el arquitecto de cabecera de Jacobo Granat 9.

Aunque de propietarios diferentes, los Alameda pueden ser entendidos como verdaderas sucursales en el sentido que le damos ahora a la palabra de negocio prefabricado indiferente de las particularidades del sitio en el que se emplaza 10. Las imágenes se repiten sin cesar como juego de espejos encontrados.

Pero entonces, ¿Cuál es el Alameda original? Siguiendo en el tiempo la obra de Crombé nos percatamos que hay un salto entre el Cine Alameda del 36 y sus obras anteriores. Es en el Cine Alameda donde aparece por primera vez la intención de retratar un pueblo típico. Pero Crombé no fue el primero en buscar dicha atmósfera. John Eberson (1875-1954), arquitecto estadounidense desarrolló un concepto llamado Teatro Atmosférico donde el cielo del inmueble se pintaba de azul y se proyectaban algunos fenómenos meteorológicos como el pasar de nubes o el tintinear de estrellas; esto aunado a la escenografía pintoresca de un pueblo virreinal generaba una sensación de estar al aire libre en una “tradicional” proyección de provincias como la que represento en 1988 el nostálgico film de Guiseppe Tornatore, Cinema Paradiso. [Fig. 2]

Eberson diseñó más de 500 cines por todo el mundo. Según Mendiola11 después de la gran depresión económica, los extravagantes palacios de la década de los 20 ya no se pudieron seguir construyendo, con lo cual el Teatro Atmosférico adquirió popularidad por su relativo bajo costo. Por otra parte, el ensueño del cine ayudó a la población a escapar a un mundo de fantasía al que muchas veces el decorado contribuía notablemente.

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Fig. 2. Fotograma de Cinema Paradiso. 1988

El primer cine diseñado bajo el concepto de Teatro Atmosférico fue el Orpheum Theatre en Wichita, Kansas en 1922 12. Las descripciones de la época refieren el Orpheum como un jardín español o un patio andaluz. Pero al observar las fotografías de la época y contrastarlas con las del Alameda observamos que las diferencias son sólo de interpretación 13 [Fig. 3-6]. Lo que en Estados Unidos sería un jardín español, aquí sería un pueblo mexicano. Evidentemente, la raíz de ambas interpretaciones se encuentra en la hispanidad de un pasado remoto que ambas culturas comparten. En 1915 tuvo lugar la Panama-California International Exposition en San Diego y con ella arranco la promoción del spanish colonial revival; en 1919 se publica The franciscan mission architecture of Alta California de Rexford Newcomb. Pero sin dudas el principal promotor de estos imaginarios fue la industria cultural cinematográfica de Hollywood.

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Fig. 3. Cineteca Alameda. Fachada Noroeste.        Fig. 4. Orpheum Theater. 1922 Actualmente.

Fig. 5. Cineteca Alameda. Detalle de fachada       Fig. 6. Interior del Orpheum Theatre norte.   

                                                                                  Actualmente

Ya desde 1910 empezaron a llegar los estudios cinematográficos a la costa oeste buscando escapar de las tasas impuestas por Thomas Edison y sus patentes. En California encontraron terrenos baratos, climas templados y buena luz para sus filmaciones. Explorando la zona dieron con un pequeño pueblo muy propicio al norte de Los Angeles llamado Hollywood. La primera película filmada ahí – seguramente inspirada por el nuevo paisaje–, fue un melodrama ubicado en la California del 1800 cuando aún pertenecía al territorio mexicano. A partir de ese momento se sucedieron una gran cantidad de películas con esos temas [Fig. 7] y no fueron pocas las que se proyectaron en México.

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Fig. 7. Fotograma de la Marca del Zorro. 1920.

Las referencias arquitectónicas a la herencia hispánica y por tanto árabe, proliferaron de la mano del cine, pero no todas fueron del mismo orden. Antonio Bonet Correa distingue el neo-arabe del neo-mudejar

...lo neo-arabe pertenece al mundo del “pastiche”, al capricho y al gusto por lo singular, propio para crear un ambiente virtual, de sugestivas apariencias, próximas a la escenografía. Frente al neo-mudejar, de vocación estructural y racional, con una fuerte carga tectónica, las obras neo-árabes son mas bien decorativas, una especie de tramoya, un artificio teatral...14

Si la sala de cine busca crear en el espectador la sensación de un exótico pasado difuso, se vuelve natural su carácter artificioso. Por tanto, el Alameda no es torpe en su factura, por el contrario, su falsedad constructiva deja bien claro que su lógica se encuentra fuera de la vida cotidiana. El Alameda pretende ser ante todo una experiencia fantástica, un fantasma, un espejismo. 

Los imaginarios populares y la identidad

Si la historicidad del Alameda pasa más por la invención y la fantasía que por el rigor y el respeto a la tradición, ¿es posible entonces considerarlo un documento histórico fiel y valioso? Sólo en la medida en que “declara” con honestidad su falsedad. A diferencia de otros inmuebles que pretenden reconstruir con minucia el pasado, el anacronismo del Alameda es evidente, su repetición desinteresada por el contexto también lo es. Representa sin lugar a dudas los valores comerciales de la sociedad liberal norteamericana y su influjo en la cultura local.

Recordemos que las alianzas con el capital y la tecnología norteamericanos permitieron la emergencia de la llamada época de oro del cine mexicano, gran modelador de los imaginarios identitarios nacionales 15. Pero junto a las grandes obras nacionales siempre estaban en cartelera las películas norteamericanas:

El cine, por sus resonancias míticas y su influencia precisa, es principal escenario de una metamorfosis, mediante la cual se acepta como genuina una nacionalidad externa, de estereotipos y escenarios de un Hollywood súbitamente empobrecido, con un sonido individual y colectivo que las transnacionales y el capital local fabrican a pedido. 16

Bastaría preguntarnos hasta que punto los personajes interpretados por Pedro Infante representan verdaderamente la cultura del mexicano promedio. Si en algún punto perdimos de vista que los medios masivos de comunicación son ante todo representaciones manipuladas de nosotros mismos, quizá el Alameda como espacio de ficción nos lo pueda recordar. Al menos dudar de la veracidad, de la realidad de nuestras certezas identitarias.

Conclusiones

Desde una mirada crítica el Alameda no cabe en la categoría de nacionalismo historicista, en tanto que las referencias estilísticas del edificio no funcionaban como exaltación de la identidad nacional sino todo lo contrario, identificaban el inmueble con las ficciones artificiosas de un pasado exótico imaginado por la industria cinematográfica norteamericana. De ahí que el edificio no se pensara como parte de un proyecto integrado de ciudad sino que respondía a unos intereses comunicativos y propagandísticos puntuales. El edificio expresaba en su deslocalización y extravagancia su condición de ficción y entretenimiento, de suspenso de la realidad. ¿Una suerte de honestidad en cuanto a la relación entre contenedor y contenido?.

A la luz de esta interpretación las declaraciones del folleto inaugural cobran nuevos sentidos

Un dulce ensueño, convertido en realidad, transforma nuestra población a la altura de las grandes Capitales...17

En todo caso el Alameda debe ser para los potosinos, un campo de exploración para la comprensión del cómo se forma nuestra identidad, y un punto de despegue para su crítica. Quizá el espejismo del ayer sea un testigo fiel de lo que somos hoy.

Referencias

(1941) Folleto de inauguración Teatro Alameda de San Luis Potosí, AHESLP.

Alva Martinez, Ernesto (2004). “La búsqueda de una identidad”, en Arquitectura Mexicana del Siglo XX, México, CONACULTA.
Bailey Jason (2006) The Orpheum Story. Kansas, The Orpheum Performing Arts Center. [disponible en línea] http://www.wichitaorpheum.com/history-video/ [Consulta: 28 de octubre]
Bañuelos Medina, Fernando (2010) “Antiguos monumentos del séptimo arte” en
Cine 3 20 marzo [disponible en línea] http://cine3.com/antiguos-monumentos- del-septimo-arte/ [Consulta: 27 de octubre]

Blanco, Diana (2007). Los cines en la primera mitad del siglo XX: una nueva tipología en la ciudad de San Luis Potosí. San Luis Potosí, Facultad del Hábitat (tesis para obtener el grado de maestría).
Cruz Quintana, Fernando (2011) “Breve desarrollo histórico-estructural de la industria mexicana de cine”, en
Revista Mexicana de Comunicación, México, 31 agosto [disponible en línea] http://mexicanadecomunicacion.com.mx/rmc/2011/08/31/breve-desarrollo-historico-estructural-de-la-industria-mexicana-de-cine/ [Consulta: 7 de septiembre]

García, Gustavo (2002). “Adios al Olimpia”, en Letras Libres, México, octubre. pp. 101-102
Gutiérrez Viñuales, Rodrigo (2009). “Horizontes historicistas en Iberoamérica. El neoprehispánico y el neoárabe, exotismo e identidad”, en
Arquitectura escrita. Doscientos años de arquitectura mexicana, México, INAH, CONACULTA.

Lozoya, Johanna (2009). “Invención y olvido historiográfico del estilo neocolonial mexicano”, en Arquitectura escrita. Doscientos años de arquitectura mexicana, México, INAH, CONACULTA.
Mendiola, Christine (1974)
A History of Loew's Theatre of Akron, Ohio: 1929-1965. Universidad de Akron.

Monsivais, Carlos (1981). “Notas sobre el Estado, la cultura nacional y las culturas populares en México”, en Cuadernos Políticos, México, no 30, octubre- diciembre, pp. 33-52.
Salazar, Alfaro; Ochoa, Alejandro (1998).
La república de los cines. México, Editorial Clío.

Villar Rubio, Jesús Victoriano (2010). Arquitectura y urbanismo en la ciudad de San Luis Potosí 1918-1967. San Luis Potosí, UASLP.
Villagrán, José (2007). “Panorama de 50 años de arquitectura mexicana contemporánea (1900-1950)”, en
Doctrina de la arquitectura, México, El Colegio Nacional.

Juan Manuel Tejada Colón. Arquitecto por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Diploma de Estudios Avanzados y Doctorando del programa de Teoría e Historia de la Arquitectura por la Universidad Politécnica de Cataluña. Profesor en la Facultad del Hábitat de la UASLP desde 2009. Editor de Revista Cutter, cultura del espacio humano https://revistacutter.wordpress.com/

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